La localidad de Renedo de Zalima,
ubicada muy cerca de la orilla septentrional del embalse de Aguilar,
pertenece al término municipal de Salinas de Pisuerga y se encuentra
a unos 10 km al noroeste de Aguilar de Campóo. La iglesia de San
Román aparece situada en la zona sur del núcleo urbano, sobre una
pequeña ladera aterrazada por el muro del antiguo cementerio y con
su fachada orientada hacia un pequeño valle que desciende hasta el
pantano.
Muy escasas son las noticias
documentales que aportan algún tipo de datos sobre la historia
medieval de esta población. Gracias a la documentación analizada
por González de Fauve, sabemos de su existencia a principios del
siglo XII (1103), En un documento fechado ese año Munia Fernández
donará al monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo,
entre otras divisas y solares, una heredad en Renedo de Zalima.
Al igual que el núcleo que lo ampara,
el templo de San Román es de pequeñas dimensiones, muy sencillo
-una única nave rectangular y ábside cuadrado con arco toral
apuntado entre ambos—y bastante transformado. En este sentido cabe
destacar la zona occidental en donde modernamente se han levantado
varios tabiques de ladrillo que han dado lugar a pequeños espacios
habilitados como sacristía, baptisterio o cuarto trastero. La
omnipresente espadaña se eleva sobre el ábside, con un acceso al
campanario formado por un cuerpo adosado a la iglesia en el lado
este, Exteriormente el conjunto ofrece gran disparidad en cuanto a
los materiales que lo constituyen. En la fachada sur los paramentos
se construyeron con sillería arenisca bien escuadrada, la fachada
oeste sólo presenta sillería en su parte inferior ya que la zona
superior muestra una mampostería de apariencia más moderna, aunque
con buenos sillares angulares, 1a fachada norte permanece totalmente
revocada por hormigón blanqueado que nos impide apreciar el aparejo,
poniéndose de manifiesto la existencia de ladrillos modernos en la
base y la pervivencia de sillares angulares y canecillos. Otro
testimonio de intervenciones recientes es el hormigón utilizado en
las juntas de los sillares.
Interiormente aparece revocado casi por
completo a excepción del ábside, liberado del revoco en época
reciente, mientras que el pavimento es moderno, de losetas de
terrazo. A simple vista observamos cómo el interior de la nave ha
sufrido diversas transformaciones: tabiques de ladrillo que además
de sustentar el típico coro alto de madera ubicado a los pies crean
una serie de espacios con distintas funciones, abertura —a modo de
hornacina o arco-solio- en el muro norte de la misma, abovedamiento a
base de forjado de madera con cubierta a doble vertiente, ventanales,
etc. La única portada de acceso, de pequeñas dimensiones, la
localizamos en el muro meridional y se compone de un arco doblado y
apuntado con chambrana e impostas de nácela. Separando la nave de la
cabecera aparece el arco triunfal apuntado, de sencilla factura y
chambrana nacelada, que descansa sobre pilastras con cimacio también
de nácela.
La cabecera es de planta cuadrangular y
se cubre con bóveda de cañón apuntada despiezada a base de
sillería arenisca. El punto de unión con los muros aparece
resaltado por una simple imposta que surge por la prolongación de
los cimacios del arco triunfal. Parece haber sufrido una
sobreelevación que la sitúa en la misma línea de cumbrera que la
nave. Todavía se conservan a una altura inferior una línea de
canecillos que lógicamente rematarían la cubierta primitiva. En el
testero plano se abre una ventana saetera original, abocinada y
totalmente lisa, actualmente cegada por el exterior y utilizada como
hornacina. Sobre el testero del ábside, y por tanto en una
disposición poco habitual, se eleva la espadaña de tipo románico,
con acceso exterior a través de una escalera de madera alojada en el
interior de un cuerpo pétreo adosado —articulado en tres pisos-
cuya parte superior construida en ladrillo, hace las funciones de
campanario. Su organización en tres niveles es la típica de la
zona: uno inferior totalmente macizo en el que todavía son visibles
interesantes restos epigráficos medievales ilegibles en tres de sus
sillares), el intermedio con dos troneras de arcos apuntados,
chambrana e impostas naceladas, y el superior triangular, rematado a
piñón, con un único vano también apuntado.
Exteriormente, y frente a la fachada
sur, un gran muro de contención de tierras formó una especie de
atrio con funciones de camposanto, según se desprende de la
existencia de una puerta adintelada abierta en su lado oeste.
El conjunto del edificio -nave,
cabecera y espadaña-pertenecen a una construcción muy tardía,
datable bien entrado el siglo XIII. Del primitivo alero tan sólo
perviven algunos canecillos en el muro norte de la nave y algunos
fragmentos de sillería. En un momento posterior claramente
posmedieval (siglos XVIII-XX se añadiría a la espadaña el cuerpo
de acceso, se reformaría el alero sur con ladrillo revocado y
pintado con falso despiece y se compartimentaría el espacio bajo del
coro situado a los pies de la nave. A partir de 1961. y teniendo en
cuenta la fotografía del templo recogida por García Guinea, se
emprendieron una serie de obras que dotan al edificio del aspecto que
hoy en día presenta.
Hemos de señalar la existencia
-empotrados en los muros de una casa particular situada al este de la
iglesia-de unos relieves decorados con cuadrúpedos, que
originariamente pudieron pertenecer al templo. El hecho de
encontrarse aislados hace que no podamos descartar otra procedencia,
por ejemplo del cercano despoblado de Zalima. No obstante se trata de
relieves de una talla tan acentuadamente popular que difícilmente
permiten ninguna adscripción estilística o cronológica, aunque
otros similares se hallan formando parte de los muros románicos de
Santa Eufemia de Cozuelos.
(Románico digital)
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