martes, 23 de abril de 2013

Barrio de Santa María



Al nordeste de Perazancas están los pueblecillos de Barrio de Santa María y Barrio de San Pedro, justamente en las proximidades de las aguas remansadas del pantano de Aguilar en su orilla de poniente.

En Barrio de Santa María está la parroquia de la Asunción, que conserva ábside románico con algunos canecillos de cabezas sobre volutas superpuestas que parecen del maestro de la puerta de Moarves, y con pinturas murales del siglo XV, del maestro de San Felices, todavía por estudiar.

Pero lo más espléndido arquitectónicamente del pueblo es su Ermita de Santa Eulalia, uno de los monumentos más perfectamente concebidos del románico de la montaña palentina. Se halla un poco apartada del pueblo hacia el S.O., en la ladera de un pequeño montículo.

Navarro , el autor del Catálogo Monumental de Palencia, dice que fue
levantada por doña Sancha Alfonso, pero no sabemos que fuente utiliza para ello. Está bien conservada, de momento, y por sus proporciones y acabamiento semeja un arca de piedra perfectamente trabajada. Tiene una sola nave y un ábside semicircular, todo en puro románico, sin ningún aditamento posterior. Es de reducidas medidas (18,5 x 9 metros), pero excelentemente proporcionada. La puerta está en el muro norte y lleva cuatro arquivoltas sencillísimas de baquetones y escocias, sin ninguna decoración, que apoyan sobre cimacio de vástagos ondulados que dejan en los vacíos hojas abiertas. Estas cintas salen de cabecitas de animal situadas en las esquinas. Los capiteles son de hojas de palma, bastante planos, que se cruzan y que perforan sus bordes con circulillos, una especie de interpretación rural de las bellas hojas aquilarenses también punteadas. La puerta tiene dos fustes exentos a cada lado y otros dos entregos de cuatro tambores.

El ábside se divide horizontalmente en tres cuerpos y verticalmente en tres calles que separan dos gruesos fustes entregos. Impostas decoradas separan los cuerpos. Las ventanas (tres) llevan guardapolvos de nido de abeja, salvo la central que lo lleva de medias bolas y rombos. Todas tienen capiteles vegetales e historiados, arpías afrontadas, luchas de animales, Adán y Eva en el paraíso, etc, y labrados cimacios, más bien popularmente decorados. La ventana central lleva también un pequeño tímpano lobulado con la figura de un ángel con las alas explayadas de muy tosca factura.

Los muros exteriores, incluidos presbiterio y ábside, acaban en cornisa de piedra sostenida por canecillos muy simples, de proa de nave.

El interior admira por su bien medida concepción arquitectónica, perfectamente acabado y elaborado. El suelo se eleva mediante un escalón, de la nave al presbiterio, y de éste al ábside por otros dos banzos. Un banquillo de piedra corre a todo lo largo y ancho de la nave. Esta se cubre con bóveda de cañón apuntado, igual que el presbiterio, apoyada en arcos fajones que cargan sobre capiteles sencillos, muy esquematizados del tipo de Mave, o de crochet andresino o bola, así como de palmetas planas con orificio.

Mucho interés aporta la decoración pictórica que cubre el ábside en su totalidad, los muros presbiteriales y las columnas del arco triunfal. Aunque están bastante perdidas, sobre todo en algunos espacios, han sido restauradas hace pocos años por el Centro de Estudios del Románico de Aguilar, y ahora pueden disfrutarse en su conjunto, habiendo sido asegurada su permanencia . En el cascarón del ábside se ve que existió un Pantocrator, casi totalmente borrado, en almendra, y con los emblemas de dos de los símbolos del Tetramorfos : el león de Marcos y el toro de Lucas. En los muros hay decoración de cuadrados ocres y en damero, así como cruces de brazos iguales. En el presbiterio, en lo alto del muro de la epístola, se ven figuras sedentes que no sabemos - dado su estado - que pueden representar.  Después, en uno y otro lado, más bajas, hay escenas del infierno, con demonios, calderas y condenados y, al contrario, los ángeles, San Miguel pesando las almas y la procesión de las almas justas llevadas en brazos por aquellos. Grecas de dientes de lobo, rectángulos punteados y castillos y pájaros. Las pinturas son de colores poco variados; los tonos predominantes son un ocre vinoso , el negro y el blanco. Han debido de perder mucha fuerza cromática y parece que están realizadas al temple, directamente sobre la sillería. Su fecha habría que colocarla en los últimos años del XIII o bien en el XIV y aún pudieran ser posteriores según algunos estudiosos.









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